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martes, 27 de diciembre de 2016

Muere Vera Rubin, la mujer que encontró la materia oscura, sin llevarse su merecido Premio Nobel


Solo dos mujeres han ganado el Premio Nobel de Física desde 1901: Marie Curie y Maria Goeppert Mayer. Durante décadas ha habido otro nombre femenino en las quinielas: Vera Rubin. Pero la astrónoma, que hizo posible demostrar la existencia de la materia oscura, murió ayer sin su merecido reconocimiento.
Nacida en Filadelfia en 1928, Vera Cooper (su apellido de soltera) mostró un gran interés por las estrellas desde pequeña, cuando las observaba con un telescopio construido por su padre, ingeniero eléctrico. Fue rechazada en la Universidad de Princeton porque no aceptaban mujeres para los estudios de astronomía, pero se graduó en la Universidad Cornell con una tesina sobre la idea de que las galaxias giran alrededor de un centro desconocido en lugar de expandirse hacia fuera, como sugería la teoría del Big Bang.
Vera se había casado con el físico Bob Rubin. Tuvo cuatro hijos y en la década de los 50 alternó la investigación con la maternidad. Se doctoró en la Universidad de Georgetown con una controvertida tesis que señalaba que las galaxias no se distribuían al azar sino que formaban grandes agrupaciones (cúmulos). Su trabajo fue rechazado por las revistas científicas Astronomical Journal y Astrophysical Journal, pero sus hallazgos fueron confirmados 15 años después.
En 1965, Vera Rubin se convirtió en la primera mujer con permiso para usar los instrumentos del Observatorio Palomar. Ese año se aseguró un puesto en el Departamento de Magnetismo Terrestre del Instituto Carnegie. Para evitar más controversias, Vera trasladó su área de investigación al estudio de las curvas de rotación de las galaxias espirales. Empezó por la vecina galaxia de Andrómeda.
Junto con el astrónomo Kent Ford, que había desarrollado un espectrómetro avanzado para medir la velocidad de las estrellas, Vera observó que existía una discrepancia entre el movimiento angular previsto por la física newtoniana y el movimiento angular observado en las galaxias. Las estrellas más externas giraban demasiado rápido como para que la gravedad fuera todo lo que mantuviese la galaxia unida. Tenía que haber al menos diez veces más materia oscura, una masa que no emite luz, que materia visible.
Vera calculó, de manera conservadora, que más del 50% de la masa de las galaxias estaba formada por un halo de materia oscura que se puede inferir a través del efecto gravitacional que produce. Sus resultados fueron presentados a la Sociedad Astronómica Estadounidense en 1975, lo que llevó a los científicos a descubrir que en realidad el 90% de la masa de las galaxias es materia oscura. Hoy sabemos, aun sin haberla observado directamente, que el 27% del universo está formado por esta materia invisible (frente a un 5% de materia visible).
Fritz Zwicky fue el primero en sugerir que existe masa en los espacios que hay entre las galaxias, para la que acuñó el término “materia oscura” en 1933. Jeremiah Ostriker y Jim Peebles demostraron en 1973 que la materia oscura es necesaria para estabilizar las galaxias. Einasto, Saar, Kaasik y Chernin publicaron en 1974 el artículo sobre la materia oscura que cambió la astrofísica moderna. Pero Vera Rubin realizó las mediciones que supusieron en su momento la evidencia más directa y sólida de la existencia de la materia oscura.
Vera murió el 25 de diciembre en Nueva Jersey por causas naturales, según ha confirmado su hija. Tenía 88 años. Hasta el año pasado, la prestigiosa asociación científica Sigma Xi seguía prediciendo que se llevaría el Nobel.

FUENTE: 

domingo, 18 de diciembre de 2016

Cannabis medicinal: el aceite de marihuana que le cambió la vida a niños con epilepsia

Hace unos meses la ANMAT autorizó la importación para una nena de tres años, sin embargo en el país está prohibida su elaboración y el cultivo de la planta; historias de familias que luchan en la clandestinidad por aliviar el sufrimiento de sus hijos.
Katrina, Manuel, Josefina y Violeta fueron diagnosticados con epilepsia; después de varios tratamientos fallidos, el aceite de cannabis les mejoró considerablemente la calidad de vida
Cuando Manuel cumplió 9 meses, su mamá notó que hacía unos pestañeos raros. Violeta tenía seis meses y no podía fijar la mirada. Katrina salió de un parto complicado, la falta de oxígeno le provocó daño cerebral y eso trajo aparejadas otras secuelas. Josefina tenía apenas 7 meses cuando sus padres comenzaron a notar que no evolucionaba como todos los niños y que de a poco iba perdiendo su sonrisa y estaba cada vez más seria.

Los padres de estos bebés pasaron por varias consultas médicas hasta obtener un diagnóstico que daría un vuelco en sus vidas: sus hijos tenían epilepsia, en los cuatro casos de un tipo muy agresivo.
"Nos enteramos de que los pestañeos eran convulsiones. Y se hicieron cada vez peor. Manu llegó a tener más de 100 por día. Y cada una lo iba haciendo retroceder en su desarrollo", contó a LA NACION María Daniela Cebey, mamá de Manuel, de 17 años, que tiene epilepsia refractaria ideopática.
Comenzaron los tratamientos con anticonvulsivos. "Los efectos secundarios fueron terribles, le hicieron mucho daño", relató María Daniela. Cuando vio en un documental sobre un chico con epilepsia que uno de los medicamentos que ella le daba a su hijo era tan fuerte que derretía un vaso de plástico, decidió probar con la dieta cetogénica, rica en grasas, que suele usarse en los casos de epilepsia. Manuel tenía cuatro años. "Eso le salvó la vida pero a su vez le provocó una terrible desnutrición y fue muy desgastante. Manu nunca probó una golosina, no comía hidratos. Para los cumpleaños nunca había torta: inventábamos llenar globos con cotillón, pero él ni quería soplar las velitas", recordó María Daniela.
Gonzalo, otro de sus hijos, presentó a la familia una opción inesperada: el tratamiento con aceite de cannabis. "Nos mostró el video del caso Charlotte, la nena de EE.UU. que tenía epilepsia y era tratada con eso. Me costó decidirme. Manu ya era adolescente, y como madre nunca querés que tu hijo consuma drogas", contó María Daniela.
Durante dos años investigó por su cuenta, estudió sobre el tema, consultó a otras madres. "De pronto Manu se volvió muy agresivo, me tiraba de los pelos, nos lastimaba, estaba muy caprichoso. Y luego tuvo una convulsión tan fuerte que pensé que se moría. Entonces me decidí. Tenía que probar ese aceite", dijo.
"Alrededor de un 30 % de los pacientes con epilepsia no responden al tratamiento con fármacos y no son candidatos al tratamiento quirúrgico. Esta situación se asocia a severas consecuencias en la calidad de vida y a un aumento en la mortalidad", explicó a LA NACION Silvia Kochen, médica e investigadora del CONICET.
"Para este grupo de pacientes, en los últimos años se ha demostrado que el tratamiento basado en la planta de cannabis, en especial el cannabidiol, uno de los componentes con mayor presencia en la planta, es efectivo, bien tolerado y seguro en chicos y adultos", explicó la especialista.

Josefina y la Anmat

La ANMAT autorizó a los padres de Jose a importar aceite de cannabis de EE.UU.
La ANMAT autorizó a los padres de Jose a importar aceite de cannabis de EE.UU..
Para la familia Vilumbrales fue emocionante ver que Josefina, de 3 años, agarraba el chupete con su manito y se lo llevaba a la boca. "Algo que para otros padres puede ser muy normal, para nosotros era una evolución enorme", contó Laura, mamá de la niña. "Pasó de tomar 10 pastillas a tomar 2, y estuvo meses enteros sin convulsiones desde que empezó a tomar el aceite de cannabis", explicó.
El caso de Josefina, que fue diagnosticada con Síndrome de West, un tipo de epilepsia grave, se hizo conocido en los medios hace unos meses, cuando la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (Anmat) le autorizó a su familia importar un aceite de cannabis producido legalmente en los Estados Unidos. Esto significó un cambio de paradigma y podría mejorar la vida de miles de chicos con afecciones a la salud similares a los de Josefina.
Para los padres consultados por LA NACION, esta decisión significa un gran avance, aunque reclaman que el aceite se pueda producir en la Argentina y, sobre todo, que se hagan investigaciones médicas a nivel local.

Los obstáculos para conseguir el aceite

Las familias de Josefina, Violeta, Katrina y Manuel vivieron situaciones similares: probaron todo lo que recetaban los médicos: antiepilépticos, vitamina B6, inyecciones de ACTH y muchos otros tratamientos. Pero las convulsiones volvían y los cuerpos de sus hijos sufrían a causa de los efectos secundarios de los medicamentos, algunos de los cuales pueden causar hepatitis, cálculos renales y ceguera. Entonces se decidieron a probar con aceite de cannabis.
Violeta tiene 16 años y hace unos meses su mamá comenzó a darle el aceite de cannabis; ahora está más animada y sus convulsiones son menos y más suaves
Violeta tiene 16 años y hace unos meses su mamá comenzó a darle el aceite de cannabis; ahora está más animada y sus convulsiones son menos y más suaves.
El problema era cómo conseguirlo. "Te sentís raro, porque nunca te imaginás intentando conseguir marihuana para tu hija, pero Jose llegó a tener entre 200 y 300 convulsiones diarias. Era mucho sufrimiento para una nena tan chica", contó Laura. "Nos regalaron unos cogollos y unos amigos nos ayudaron a hacer el aceite. El cambio fue impresionante", detalló.
Pero el aceite casero se acababa rápido. "Con mucho temor, llegué a cultivar dos plantitas de marihuana. Vivo en Villa Gesell, imaginate con el operativo policial del verano el miedo que tenía. Estaba haciendo algo por la salud de mi nena pero podía tener problemas con la policía", contó Laura.
Luego consiguió que unos amigos le trajeran el aceite Charlotte's Web, denominado así por el caso de Charlotte Figi, una niña que se convirtió en la primera persona con derecho a utilizar cannabis con fines medicinales en Colorado, EE.UU.. Una botellita de 100 ml de este aceite cuesta alrededor de 250 dólares y la duración es de aproximadamente tres meses, aunque varía dependiendo de la dosis que se suministre.
La madre de Manu también pudo conseguir el aceite, al igual que Verónica Fuertes, la mamá de Violeta, de 16 años, que tiene Síndrome de West. "Es un riesgo. Los amigos que se ofrecen a traerlo se ponen en peligro, pero los que conocen lo que sufre tu familia a causa de la epilepsia se ofrecen a ayudar, porque saben que estás desesperada, y porque ven que ese aceite le hace bien a tu hija", explicó Verónica.
FUENTE: 

viernes, 2 de diciembre de 2016