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sábado, 2 de agosto de 2014

La mujer que hizo de un basurero uno de los mejores jardines de Bogotá

La mujer que recorre los senderos empedrados con escombros, metida entre el espeso follaje de un jardín construido con materiales reciclables similar a un paraíso de verde exuberante en el centro de una ciudad que la ignora casi por completo, se levanta a las 3 de la mañana.
Se llama Rosa Poveda y se comporta como si fuera una potentada capaz de cualquier exceso con tal de ofrecer lo que produce su granja ecológica de 1800 metros en el barrio La Perseverancia.
Rosa, una mujer modesta de 49 años, cambia hortalizas por basura, regala sus semillas ancestrales, recibe todas las semanas grandes grupos de niños para capacitarlos en agricultura ecológica; y de este concierto de gestos sencillos surge, extrañamente, la multiplicación. La casa construida en guadua crece, las matas crecen; los excrementos, luego de pasar por su sanitario ecológico (en el que se mezcla con ceniza, cáscara de arroz y equinaza), se asientan en un pozo seco y se transforman al año en tierra para cultivar.
El olor de las 150 especies de plantas, que riega con el agua de un reciente nacimiento que brotó en su lote, penetra hasta el cerebro, creando la confusa sensación de que se está lejos, en un mundo suficiente.
“Acá todo es reciclado y ecológico. Yo estoy en contra de la ley de semillas porque mi abuela le pasó las semillas a mi mama y ella a mi. Toda la vida las he tenido, Las he cargado en frascos. Y donde puedo las siembro”, dice Rosita, al tiempo que afirma que las semillas que no se reproducen, las llamadas semillas Terminator, son las culpables de casi todas las enfermedades de una ciudad como esta, que parece un carcinoma en expansión.

Rosa recoge las hortalizas que cultiva en la tierra que produce su sanitario ecológico.
Ese terreno, que fue un basurero durante 40 años en el que dormían los indigentes del barrio entre los residuos de objetos robados, es hoy una isla verde en un océano de delincuencia, una escuela para niños (Granja Escuela Agroecológica Mutualitas y Mutualitos) en la que Rosa enseña producción de plántulas y semillas, construcción en guadua y materiales diferentes al concreto, elaboración de abonos naturales, lombricultura y cría de especies menores. Su bondad sin alardes quiere reinventar una vida que, según ella, ha perdido su ritmo natural.
Como es una mujer humilde y además nunca le ha importado el dinero, sus amigos economistas le quieren enseñar a dosificar su buena voluntad, porque temen que sea su nobleza la misma que la lleve a la ruina. Pero eso, hasta ahora, parece imposible. Y aunque el reino de su imaginación necesita materia y recursos para seguir produciendo su imagen de una fantasía en construcción, Rosa sólo piensa en una cosa: en educar.
 semillashttp://www.eltiempo.com/bogota/la-mujer-que-hizo-de-un-basurero-uno-de-los-mejores-jardines-de-bogota/14194427

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