El diccionario define a la pasión como un sentimiento muy fuerte hacia una persona, tema, idea u objeto. Y aunque no esté como requisito para ingresar en la Carrera del Investigador Científico del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), la pasión es una de las características que mejor describe a la mayoría de los miembros del organismo. En su profesión, ellos pasan más de ocho horas diarias en el laboratorio sin chistar, relegan vida social, amigos, familia y llegan a trabajar, con gusto, los fines de semana.
En el Día del Investigador Científico, que se celebra hoy en conmemoración a que 128 años atrás nacía el científico más destacado de nuestro país, Bernardo Houssay, primer Premio Nobel de América Latina y creador del Consejo, cuatro investigadores asistentes –uno por cada gran área temática: ciencias agrarias, ingeniería y de materiales, ciencias biológicas y de la salud, ciencias exactas y naturales y ciencias sociales y humanidades- cuentan cómo es dar los primeros pasos en el escalafón inicial de la carrera científica. Ellos, una vez avanzada su experiencia y trayectoria, irán subiendo escalones: pasarán a ser investigadores adjuntos, luego independientes, principales, y por último, superiores.
“Para una voluntad firme, nada es imposible, no hay fácil ni difícil –decía Houssay-; fácil es lo que ya sabemos hacer, difícil, lo que aún no hemos aprendido a hacer bien”. Las historias de vida recopiladas a continuación dan muestras sobradas de ese afán de superación que evocaba Houssay: de cómo la pasión por lo que se hace permite trascender todos los obstáculos.
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