“Tuvimos que dejar atrás todas nuestras posesiones. Lo único que podíamos llevar con nosotros es lo que tenemos en nuestras mentes, lo que nos han enseñado, nuestra educación. La educación es lo único que no nos pueden robar y sobre la cual podemos construir una vida mejor para nuestros hijos”. A la dureza inherente de ser una desplazada o una refugiada, se une la discriminación de género y la amenaza de sufrir abusos sexuales o maltrato físico o psicológico. La educación en medio de esta situación, se convierte en un espacio de protección para mujeres y niñas.
Fuente: http://www.noticiaspositivas.net/2014/06/16/en-el-mundo-22-millones-de-mujeres-y-ninas-estan-en-situacion-de-desplazamiento-forzoso/
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