Hay seis columnas blancas, en una sala sin colores atravesada por un camino de palabras del escritor mejicano Octavio Paz, que refiere a luces y sombras. “Yo veo con las yemas de mis dedos / Lo que palpan mis ojos / Sombras, mundos / Con las sombras dibujo mundos / disipo mundos con las sombras / Oigo latir la luz del otro lado”.
Exactamente eso es lo que se siente en la sala 9 del Museo Caraffa, en el espacio de Ni Do De Du Das o “nido de dudas”, una obra colectiva y colaborativa de estudiantes de arte ciegos, participantes del taller que dirige la artista plástica Carmen Gandulfo, en Villa Allende.
Son “Los vanguardistas del arte” (así figuran en su página de Facebook), que exponen su obra, en medio de esa blancura, por primera vez en el Caraffa, en el marco de la muestra Protegjer, del Grupo +médiums. “Nos tocó la sala ‘Duda’. Se nos ocurrió hacer un gran nido sostenido por columnas, escritas en Braille”, cuenta Gandulfo.
Maximiliano Campos (23), Macarena Pereyra (23), Lucas Churquina y Florencia Álvarez (con la colaboración de la Biblioteca de Discapacitados Visuales) son los artistas de una obra enigmática para los ojos que ven. A simple vista, nada. Más cerca, se siente distinto.
En las columnas forradas de pensamientos, canciones e ideas, el Braille deja sensaciones extrañas en la piel. Las palabras escritas a máquina de seis teclas o a punzón generan dudas, y ganas de saber más.
“Se busca accionar nuestro cuerpo y ponerlo en contacto con un mundo nuevo, de nuevas decodificaciones. Se llega al yo a través del otro. Se busca incluir, abrirse, mirarse en el otro”, plantea Gandulfo.
La idea del Grupo +médiums fue esa: abrir el museo a la gente, a la participación. No hay obras sino “obrar”, plantea Teresa Belloni, de la organización. “Los conceptos son ambiguos, contradictorios y lúdicos. Hay espectadores-actores”, dice.
El público entra, toca, juega. Así es la muestra de 20 “obras interactivas”, que estará abierta hasta el 3 de diciembre, de martes a domingo, de 10 a 20.
Una obra para tocar
“Seleccionamos pensamientos, fragmentos de canciones. Quisimos dejar un mensaje de esperanza, de que se puede salir adelante, de que todo sigue”, remarca Maxi, uno de los artistas. “Es nuestra tercera exposición, la primera en el Caraffa”.
Maximiliano conoció a Gandulfo cuando ella daba clases en el Instituto de Rehabilitación para Ciegos Julián Baquero. Luego se enganchó en los talleres de arte particulares.
A Macarena siempre le gustó dibujar. Tiene nociones de formas y colores que quedaron en su memoria, antes de perder la vista. “Un día fui a una muestra. Me gustó lo que hacían. Le pregunté a la profe si podía dar un curso a personas ciegas que no tienen tanto acceso al arte”.
Un año después, se sumó a las clases a las que Gandulfo dedica gran parte de su tiempo. Y los chicos hacen un esfuerzo enorme para no perderse una.
Para la muestra, Macarena escribió proverbios. Sus frases se mezclan con pensamientos, canciones de Ulises Bueno y frases de Italo Calvino.
“Cada uno escribió lo que quería transmitir”, explica Maca. “Hace cinco años creíamos que era imposible llegar a un museo donde todo es visual”.
El Braille se escribe de derecha a izquierda, y se lee al revés, en una combinación de seis puntos por letra. “La gente queda descolocada. No muchos entienden Braille”, agrega Maca.
Maxi está de acuerdo. “Llama la atención. La obra en Braille atrae a las personas. Como la gente no entiende, automáticamente toca y abraza las columnas. Además, como le genera la duda, nos pide que le leamos”, dice.
“Los vanguardistas” sienten que algo está cambiando. El arte que incluye a los ciegos permite ver y tocar. Y eso, creen, parece ser la verdadera revolución de los sentidos. “Es otro estilo de arte”, asegura Maxi.
El texto original de este artículo fue publicado el 29/11/2013 en nuestra edición impresa. Ingrese a la edición digital para leerlo igual que en el papel.
No hay comentarios:
Publicar un comentario